Aunque esta noticia ya es vieja, no me resisto a comentarla, analizarla y contextualizarla: El pasado 10 de febrero Fanta (en España, Coca-Cola Iberian Partners S.A.) lanzó la «Guía Fanta de buenas prácticas sostenibles en el cultivo de cítricos», una publicación que resume «las principales actuaciones que deben ser llevadas a cabo para mantener o incrementar la productividad de un cultivo, causando los menores impactos ambientales posibles» (sic).

La agricultura sostenible de Coca-Cola

El proyecto va dirigido, principalmente, a todos los citricultores que suministran de naranjas y limones a Frusa, una planta valenciana de zumos que posteriormente sirve a Fanta. La iniciativa, patrocinada por Coca-Cola, ha sido coordinada por la empresa Ineditinnova y en ella también ha participado el Instituto de Investigación Tecnológica Agraria de Cataluña, el IRTA.

La guía, el poster y el vídeo promocional están muy bien, no sólo porque puede mejorar la calidad de los refrescos, sino porque fomenta, hacia un público joven y también hacia los citricultores, la necesidad de trabajar por una agricultura sostenible.

¿Y cuánto zumo de naranja o limón lleva la Fanta?, me pregunté. Según este artículo de la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios), la de naranja un 8% y la de limón un 6%, porcentajes  inferiores a los de azúcar, que en la primera es un 12,9 y en la segunda un 12,8.

Visto así, una servidora se sigue preguntando ¿dentro de un tiempo Coca-Cola ampliará sus prácticas de agricultura sostenible a la remolacha (si es de ahí de donde procede el azúcar que utilizan)?  

«Nuestro enfoque de la agricultura sostenible se basa en los principios de protección del medio ambiente, en la defensa de los derechos humanos y de los trabajadores y en la contribución para construir sociedades más sostenibles». Esa es la motivación de Coca-Cola Company para editar esta guía, así como que todos sus proveedores cumplan las siglas de SAGP (Sustainable Agriculture Guiding Principles).

Algo que chirría a quienes desde hace más de un año sabemos que el ERE de Coca-Cola no deja de ser noticia y que hasta la Audiencia Nacional ha dado la razón a los trabajadores.

Es más, sus principios de SAGP sobre la «libertad sindical y negociación colectiva» o de «respetar las horas de trabajo y los salarios» indigna al ver el documental «El Affaire Coca-Cola» (2009), —apenas difundido en España y que conocí gracias a una conferencia de la periodista Rosa María Calaf—. Esta película recoge la voz de un sindicato colombiano que acusa a la empresa Coca-Cola de secuestrar, torturar y asesinar a varios cientos de sindicalistas que lucharon para mejor las condiciones de trabajadores en Colombia, Guatemala y Turquía.

Coca-Cola es una gran marca, una multinacional todopoderosa y, como periodista agraria, ojalá su apoyo a la agricultura sostenible hubiera tenido más impacto social. Sin embargo, la chispa de la vida, cada vez brilla menos. 

 

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

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